Corro hacia el acantilado
al norte del
océano que me amarra.
Grito a los
ojos del sol. ¡Ciego, está ciego!
Paralizado
en el firmamento,
encadenado a
otra isla
por donde
arden mis ojos.
Ceguera
negra de tanta luz:
¿Mi sombra
queda detrás?
No la veo
No veo.
Lava
caliente cae por mis párpados.
Busco la
sombra,
la sombra de
mi cuerpo.
Te doy la
espalda, sol,
treta
incendiada,
colapso del
instinto.
Vertientes. Editorial Huerga y Fierro.
William Blake
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