LA
MUJER DE LAVA. JOSÉ MIGUEL JUNCO EZQUERRA.
Editorial
La Discreta
Sobre la poesía se ha hablado y escrito mucho a lo
largo de los siglos. Hay infinidad de ensayos que abundan en este tema y en las
diferentes maneras de entenderla. Pero de lo que no cabe duda es de que la
poesía, el poema, tiene la capacidad de otorgar a las palabras, esas que
pronunciamos a diario, que utilizamos en las conversaciones cotidianas, un
nuevo significado mediante una conexión inusitada entre las mismas y por lo
tanto, de generar resonancias con ideas
a las que no tenemos acceso a través del lenguaje cotidiano.
De las
resonancias, múltiples y diversas que me produjo la lectura del libro
que hoy tengo el placer de presentar, La
mujer de Lava, de José Miguel Junco Ezquerra, voy a hablar, a sabiendas de
que cada acercamiento a la palabra hecha poema trae a quién la realiza ecos,
reverberaciones, imágenes, ideas, sentimientos, vivencias, resonancias, que inevitablemente serán interpretadas en
base a las coordenadas de un mapa que es personal y por consiguiente abierto a
variaciones en las que inciden los factores a los que está expuesto el
acontecer vital de cada uno.
La poesía de José Miguel Junco se caracteriza por
la musicalidad y el dominio del ritmo y este libro que hoy presenta sigue esa
línea canora.
Dividido en cuatro partes: La mujer de lava, Donde estamos escritos, Di sílabas extrañas y Botella
al mar, es un libro escrito con un
lenguaje coloquial que adquiere diferentes matices en cada una de sus partes.
Desde la epopeya genésica de La mujer de
lava, pasando por una poesía con rasgos existenciales en Donde estamos escritos, una poesía más
intimista en el apartado titulado Di
sílabas extrañas, y la última parte del poemario, Botella al mar, en el que predomina lo confesional, entendida esta
confesionalidad tal y como la define Mark Strand, la del poeta en relación al
acontecer, en la sociabilidad con la mirada puesta en el mundo en el que está
sumergido.
El poema-prólogo con el que comienza La
mujer de lava, dice:
Llegaron
por el mar, hambrientos y remotos. Besaron tus mejillas. Era la noche. Larga
como un delirio.
Tú
estabas presta para guarecerlos, cuna de jable en la desierta playa. Tus hijos
al encuentro de un refugio. Hubo un rumor del viento.
Las resonancias fueron llegándome como el llamado primero del hombre a ser y
estar en un mundo desconocido, que a la vez ha de hacer suyo con los otros. Suenan
sentimientos atávicos, esos que nos conforman, nos pertenecen y con que los
sufrimos, nos moldeamos y nos moldean. E
inevitablemente oí a Freud y a Josep María Esquirol diciéndome que en el hombre
existen dos sentimientos primordiales: el sentimiento de desamparo frente al
mundo y el deseo de integración, de amparo. Creo que esta mujer de lava expresa ampliamente dos condiciones antropológicas
básicas: la condición de intemperie de desierto, de soledad, y el deseo de océano,
de integración, de seguridad.
La poesía de carácter dialógico-existencial de Donde estamos escritos, la segunda
parte del libro, no es, como podría
suponerse, una poesía que cae en el pesimismo, ni se encarama en lo ontológico.
Antes bien combate en lo cotidiano es,
como dice su autor …”ese
trayecto/ que arranca de lo hondo” donde
hay puntos imprecisos/para asirse”. Porque siempre “hay un
atisbo de luz” y porque “importa el
gesto.” Ese gesto que quiere “hasta el final dejar constancia/ de todo lo que opuso a su derrota”.
El tercer apartado del libro, Di sílabas extrañas,
poesía aparentemente dialógica-amorosa, sólo aparentemente, siempre desde la
percepción de esta lectora, reitero, es un canto al encuentro con el otro, con
el individuo que es uno y múltiple, así dice en uno de los versos “cuánto me pesa el prójimo en la lengua” y
la poesía como centro del universo del autor, como instrumento “para que quede constancia/de este tiempo compartido”
en la circular historia humana: “como la cara de asombro del conserje/ de la biblioteca de Alejandría/…/como
la primera lluvia de meteoritos/…./ como los sorprendidos transeúntes/en la
ciudad de Pompeya” y es que el poeta
declara que “Incluso si escribí para tus
ojos,/para tu corazón/para tu pelo/quise glosar la vida”
Botella en el mar es el título del cuarto apartado
de La mujer de lava. El náufrago que
tira una botella al mar desde un presente que ya será pasado cuando alguien recoja el testigo, en un instante ya
futuro. Son poemas de supervivencia, de resistencia, de lucha, “Decir: resistiremos/y al vacío/cavarle una trinchera” Poemas en los que
autor sabe qué y a quién tiene que resistir, quiénes son los aliados y el papel
del mar como emisario. Los poetas son, como refiere en el poema titulado Pájaros del sur “los
pájaros más pobres/… (que)…/con una
fe cóncava/pían, pían, pían”.
Las resonancias que me llegan de este excelente
libro, como ya dije al principio de esta presentación, son múltiples. Pero creo
que ahora es el momento de que ustedes se acerquen a él y
escuchen las suyas propias.
Gracias.
Evelyn De Lezcano-Mujica Betancor